Palacio Pereira. El Palacio donde se redactará la nueva Constitución

Con diversos dueños el Palacio Pereira ha tenido una intensa trayectoria privada y pública, a esta se añade en los próximos meses el de sede de los 155 miembros de la Convención Constitucional.

 

La restauración y puesta en valor de este edificio ubicado en esquina Huérfanos con San Martín, que fuera una antigua residencia familiar de características neoclásicas construido en 1874 por el arquitecto francés Lucien Ambroise Henault, tiene la importancia de edificio que ha acompañado a la ciudad de Santiago más de 100 años. De ahí entonces que tras años de ser un edificio carcomido y abandonado, el inmueble comenzó su restauración en 2016 bajo el marco del programa Legado Bicentenario y fue reinaugurado en 2018. En la actualidad es administrado por el Consejo de Monumentos Nacionales, dependiente del Ministerio de las Culturas. Y por estos días se apresta a constituirse en sede de los 155 miembros de la Convención Constitucional.

 

Durante el proceso de selección de sede, varios fueron los espacios proyectados para el desarrollo de la  Convención, en un principio funcionaría en las dependencias del ex Congreso en Santiago, incluso algunos propusieron que se sesionara en alguna región como Concepción o Valparaíso, sin embargo, el gobierno se inclinó por el Palacio Pereira tras su magnífico proceso de restauración.

Cecilia Puga, arquitecto del equipo de restauración del Palacio Pereira, consultada por la elección del recinto como sede de la Convención, señaló entregar muchas claves para construir una identidad nuestra, “que es una identidad mestiza, abierta, plural, en la  que muchas corrientes distintas y muchas líneas de pensamiento se han encontrado y por lo tanto eso representa también la discusión contemporánea sobre lo que somos y sobre lo que queremos ser”.

 

Puga agrega que durante el siglo XIX, después de la Independencia, la nueva república buscó tomar distancia del mundo colonial. “Sus grandes edificios representan esta nueva condición política a través de una serie de arquitectos, que con este propósito fueron traídos desde Europa, quienes fueron principalmente franceses y también italianos”, y añade. “El arquitecto francés Lucien Ambroise Hénault no era ningún advenedizo. Reabrió el curso de arquitectura en el Instituto Nacional y, entre otras cosas, recibió el encargo de los edificios públicos como el Congreso Nacional y la casa central de la Universidad de Chile y se cree, agrega, que el Palacio Pereira fue su último trabajo en tierra chilena antes de retornar a Francia”.

 

Historia del inmueble y su restauración

 

La élite de una época, el Arzobispado de Santiago son parte de quienes han habitado el Palacio Pereira en sus casi 150 años de historia. En un principio el Palacio acogió a la familia del empresario y político chileno Luis Pereira Cotapos (1835–1909), pero durante las décadas siguientes cambió varias veces de dueños. En 1975 fue declarado Monumento Nacional y en 2011 adquirido por el Estado como parte del Legado Bicentenario. En ese contexto se anunció un concurso público para su recuperación y para que posteriormente fuera sede del Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) y de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos. Resultado de este concurso público a fines de 2012, se anunció que el equipo conformado por los arquitectos Cecilia Puga, Paula Velasco y Alberto Moletto estarían a cargo del proyecto de restauración del Palacio.

 

Para este efecto se ideó una solución que recuperaría la tipología del edificio original en un lenguaje contemporáneo, buscando una adecuada solución a los puntos de conexión entre el edificio histórico y el propuesto. El equipo planteó distintos niveles de intervención. Finalmente se definió que la fachada y el crucero serían restaurados de la manera más fiel posible al original, mientras que los recintos interiores contemplarían intervenciones funcionales, cuidando de mantener su espacialidad y nobleza material.

 

La Convención será solo el último de los hitos del centenario recinto. Hasta días atrás el primer piso funcionaba como un espacio público, con auditorio, cafetería, sala de exposiciones, y espacios de trabajo, además de albergar las oficinas de la subsecretaría del Patrimonio y del Servicio Nacional del Patrimonio.

 

 

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