DANIELLA GILLMORE, VIÑA GILLMORE. TIEMPO DE VENDIMIA E INNOVACIONES
Una viña familiar con espíritu, que desarrolla sus vinos con dedicación, esmero y todo un proceso creativo detrás para otorgar a sus vinos historia y significado. Daniella Gillmore nos habla de las novedades de Viña Gillmore y los desafíos que afrontan en el mercado actual.
En el fundo Tabontinajas, en Loncomilla, Viña Gillmore fue fundada en 1990 por su padre Francisco Gillmore quien en estas tierras encontró viñas centenarias para dasarrollar vinos de alta calidad. Aquella iniciativa que empezó como un pequeño proyecto familiar con los años fue creciendo y su hija Daniella junto con el enólogo Andrés Sánchez comenzaron a desarrollar grandes vinos, vinos de autor. Todo con el esfuerzo de trabajar la viña de forma manual y pensando siempre en hacer vinos de calidad, pero con espíritu, que transmitan un mensaje a quienes lo consumen.
Novedades en viticultura y sus vinos
Daniella, Ingeniero Agrónomo, 44 años, 2 hijos, desarrolla con alegría su profesión en Viña Gillmore, con ella hablamos de las dificultades del mercado actual y cómo están afrontando el cambio climático, cómo se han reinventado, y de las nuevas iniciativas y productos de Viña Gillmore.
¿Cuánto han incidido los cambios climatológicos de estos últimos años en la viña?
Nosotros llevamos 10 años de sequía real. Ha habido un par de años que ha llovido cercano a lo normal pero 2019 fue un año muy seco. Históricamente, por primera vez se nos secaron hasta las vertientes, algo insólito que nunca nos había pasado y uno ve el stress de las plantas a pesar de ser un sector de secano costero. Son plantas adaptadas a no tener riego pero a tener una pluviometría normal de 700mm. Este año llegamos casi a los 340mm. Están con un déficit hídrico muy fuerte lo que repercute directamente. Con esto vemos racimos más livianos, uvas más pequeñas. Y creo que este es un desafío a largo plazo. El cambio climático ya está aquí, no es momentáneo ni algo puntual.
Si analizamos los últimos 15 años ha aumentado incrementándose cada año. Tendremos que aprender a hacer una vitivinicultura más extrema, aprender a considerar primero el agua que tenemos para ver cuántas hectáreas somos capaces de regar. Y movernos a prácticas mucho más sustentables para aprovechar al máximo el recurso hídrico.
¿Produce alguna variación en el vino y sus características?
En este aspecto no nos ha afectado tanto, esta zona es secano y las plantas tienen un equilibrio. La variación que tenemos entre los años secos y lluviosos es mínima. Creo que el nivel de calidad, sabores y aromas de nuestros vinos varían muy poco de un año a otro. En los años secos estamos más atentos a la cosecha: “leyendo más la uva”. Y siendo esta una viña más pequeña tenemos un manejo muy específico por cada uno de los lotes. Estamos revisando cuando se llega a un cierto grado de acidez, ph y azúcar, vamos probando la uva y a través de degustación vamos decidiendo la cosecha. Los años secos nos obligan a estar mucho más atentos para que no aparezcan sabores que no buscamos por ejemplo…. Tenemos que tener una conexión mucho más cercana con el viñedo.
¿Cómo ha sido esta vendimia 2020?
Ha sido un año más revuelto. Partimos súper temprano el 19 de febrero y desde octubre del año pasado la cosa viene bien agitada. El mercado nacional está complejo, no está fácil. Para las viñas más pequeñas las ventas de vino embotellado han bajado mucho. Además los movimientos sociales han cambiado también los hábitos de los consumidores que por ejemplo están saliendo menos. Algunos restaurantes en Santiago donde vendemos vinos ya no están atendiendo de noche. Ha habido un cambio de consumo importante y un estancamiento económico a nivel global. Muchas de las exportaciones que tenemos se han visto afectadas.
Pero más allá de eso yo creo que va a ser un buen año. Pienso positivo, además hemos hecho muchos cambios. Uno de ellos fue que vendíamos mucha uva y la situación nacional nos forzó al no venderse la uva a hacer más vinos. Cambiamos nuestro porcentaje de vinificación. Esto nos obliga a tener una vendimia más grande de la que teníamos históricamente y a tener más vinos en bodega. Es gran desafío que nos obliga también a cambiar nuestra estrategia de negocios y nos pone en otro tipo de situación. Por eso pienso que es una vendimia con muchos desafíos y tenemos que reinventarnos.
Tener viña es uno de los negocios agrícolas más difícil. Es un mercado muy complejo: se fijan los precios de la uva y tenemos grandes jugadores, medianos y chicos. Las grandes viñas manejan mucho el mercado, fijan el movimiento de los vinos y así los más pequeños se ven más susceptibles de verse afectados por todas estas variaciones. Sumado a las variables climáticas y económicas internacionales es un año que viene difícil.
¿Cuáles son las innovaciones que se plantean para este 2020?
Este año Viña Gillmore partió con varias cosas nuevas. Acá siempre hemos trabajado con cepas patrimoniales como Cabernet Franc, Carignan, Cabernet Sauvignon, Merlot y tintos del Maule que tienen estructura de Ph bajo, vinos con un tremendo potencial de guarda, con caracteres terciarios. Desde hace dos años quisimos hacer unas líneas algo más experimentales que nos permitieran hacer vinos que se acerquen más al público que está recién partiendo. Así nació por ejemplo la línea Mariposa. También lanzaremos un espumante de Semillón que en un mes más tendremos en el mercado. En Viña Gillmore no hacemos vinos blancos y la idea es algo que sea para antes de partir con una comida… que sea alegría, felicidad y ensoñación total.
Otra novedad es que lanzaremos otra línea nueva que consta de tres vinos. El primero es un vino País del Maule, una cepa patrimonial que le quisimos dar una interpretación diferente. Es un vino fresco de verano, de consumo rápido. Un vino que no te haga pensar, que te permita sólo disfrutar. Otra novedad es un proyecto de Andrés Sánchez, enólogo de Viña Gillmore, que junto a un socio italiano trajeron alrededor de 20 variedades de cepas italianas con las que han empezado a trabajar.
¿Qué proyectan en torno a estas nuevas cepas italianas?
Entre estas 20 variedades de cepas italianas está Aglianico, que está dentro de esta nueva línea. Aglianico es una cepa italiana que viene de una zona volcánica de Italia y produce vinos con muchos taninos, carácter y gran estructura. Nos ha funcionado muy bien, ya vendimos la cosecha 2017 y estamos envasando la cosecha 2018 que sale ahora al mercado.
Otros vinos que ha trabajado Andrés se llama la Collezione del Maule. Son 5 variedades: Cesanese, Dolcetto, Montepulciano, Primitivo y Sagrantino. Son vinos que tienen mayor expresión, rica acidez, muy bien balanceados. De sabores y aromas muy distintos a lo que estamos acostumbrados con las variedades francesas.
La idea de estos vinos es ampliar los sabores, porque la vitivinicultura chilena se desarrolló en sus comienzos sobre la base de plantas francesas, enólogo franceses, y muchas veces estas variedades francesas son pieles muy delicadas, muy sensibles a la luz y no se adaptan bien al secano costero. En cambio estas cepas italianas están adaptadas porque vienen de zonas de secano. Además tienen mayor producción por hectárea. Estoy expectante y tenemos la confianza que todo irá bien.
¿Cómo ha sido la introducción de estos vinos?
El año pasado partimos muy lentamente, vendiendo con una distribuidora muy pequeña, en Santiago y prácticamente, todo el vino se vendió en un sólo restorán y a consumidores directos. A futuro puede ser que alguna de esta variedades nos llame la atención para hacer un vino solo, o pueden nacer otros. También trajimos una variedad para hacer un espumante y lo estaremos evaluando más adelante.
Nuestros procesos creativos son lentos, porque somos una viña chica, somos pocos, no hacemos etiquetas muy complejas ni rebuscadas, pero si que te expresen cosas, que te cuenten una historia, que te hablen de un vino, que te hablen de un territorio, de un sueño, de por qué llegaste a hacer esto.
Nosotros tenemos una historia detrás, somos una viña familiar, que nos permite experimentar y crear. Y mi hermana es artista, y junto con ella y Andrés hacemos las etiquetas, con el objetivo de transmitir ideas que tengan que ver con el vino que representan. Y que llamen la atención. La nueva añada de estas variedades italianas, sale a mercado en un mes más.
La Collezione ha sido muy bien recibido porque son vinos con sabores muy distintos a lo que estamos acostumbrados, son vinos con una mayor expresión, con una rica acidéz , muy bien balanceados.
¿Qué análisis haces del mercado?
Yo creo que hoy en día la industria vitivinícola está en una gran crisis, que tal vez no es tan visible. Porque uno no se entera cuánta gente ha dejado de trabajar en una viña, producto de la baja de la actividad turística desde octubre del año pasado. Yo creo que estamos en un crisis importante, donde el mundo y la gente va a cambiar después de todos estos movimientos, de estos virus, siempre hay cosas que cambian, y el trabajo de las viñas va a tener que evolucionar un poco y adaptarse. Siempre en estas cosas, también hay un poco de sicosis y exageración… Porque yo hablo con mis clientes de China, y me dicen que ya volvieron a trabajar, que algunas zonas fueron más afectadas, que ya volvieron a la normalidad… Pienso que hoy en día hay una sobre reacción a nivel mundial frente a todo y eso hay que aprender a manejar porque sino puede producir inestabilidad. Estamos sobre informados y eso hace que estemos reactivos a todos. Tienen que venir ciertos cambios, efectivamente la economía está más lenta, pero nosotros como viña siempre hemos tenido un compromiso con nuestra gente, con nuestro entorno y con nuestra comunidad.