Elon Musk. Un Musk que desafía la función pública

 

La riqueza extrema tiene efectos extraños y espectaculares. Joe Biden advirtió en su discurso de despedida que una oligarquía estaba “tomando forma” en Estados Unidos y así ocurre hoy. Elon Musk es la punta del iceberg de los adinerados norteamericanos desafiantes. Todo ante una controversia al interior y exterior de la Casablanca, aunque Trump dijo. “Elon no hará nada sin nuestra autorización”.

 

En los tres días siguientes a la elección de Donald Trump, la fortuna de Elon Musk se disparó en 26.500 millones de dólares. Es decir, unos 100.000 dólares por segundo. Luego aumentó en casi otros 125.000 millones de dólares. Eso es 750 veces los 200 millones de dólares que Musk gastó en la campaña de Trump. Con un rendimiento así, no es de extrañar que estuviera encantado con los resultados electorales. Trump le nombró para dirigir un Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) que busca reducir drásticamente el tamaño del gobierno federal. Según Musk y Vivek Ramaswamy, a quien Trump ha nombrado codirector del departamento, el funcionamiento actual del Gobierno es antidemocrático e impone enormes costes directos e indirectos a los contribuyentes. El contribuyente que más ahorraría con esta reducción de la regulación es el propio Elon Musklo que podría convertirle en el primer trillonario del mundo.

 

Pero Musk es sólo la punta del iceberg, el más conocido y reconocible de los oligarcas adinerados que apoyaron el regreso de Donald Trump al poder y que ahora se encuentran en plena batalla por cosechar los beneficios financieros de esta operación y ejercer una influencia política sin precedentes. Algunos de ellos, que abrazan una mezcla de ideas políticas que contiene elementos de cesarismo, la tecnocracia y el libertarismo radical, no simpatizan con la democracia. En su lugar, quieren llevar la agenda de destrucción creativa de Silicon Valley que también podría resumirse como el deseo de romperlo todo”– al corazón del Estado federal estadounidense.

 

La democracia estadounidense en una oligarquía

 

La riqueza extrema tiene efectos extraños y espectaculares. Aisla a sus propietarios del mundo ordinario tras una pantalla impenetrable de guardaespaldas, sirvientes, aduladores, limusinas, helicópteros, yates, jets privados e islas privadas. Esto les da un irresistible sentido de su propia genialidad y virtud. Les hace autoritarios y, a menudo, ávidos de poder. Al final, convierte a los magnates ordinarios en oligarcas.

A pesar de tener más dinero del que podrían gastar en cien vidas, los oligarcas casi siempre quieren más. ProPublica informó que entre 2014 y 2018, incluso cuando la fortuna de Elon Musk creció en casi 14.000 millones de dólares, pagó una tasa impositiva federal efectiva de sólo el 3,3%, mientras seguía despotricando contra las regulaciones que, según él, le impedían enriquecerse aún más. Su antiguo socio, Peter Thiel, se quejaba de lo mismo y, aprovechando un programa federal diseñado para inversores de clase media, retuvo 5.000 millones de dólares en ganancias de capital totalmente exentas de impuestos.

Joe Biden advirtió en su discurso de despedida que una oligarquía estaba tomando forma en Estados Unidos. En este punto, como en tantos otros, el Presidente estaba muy por detrás de la realidad. Ya vivimos en la era de los oligarcas. 

La palabra se acuñó por primera vez en Rusia, donde los hombres en cuestión nunca mujeres hicieron sus fortunas saqueando los vastos recursos naturales de la antigua Unión Soviética. En Occidente, se tardó más en reconocer una verdadera clase de oligarcas. Se han establecido principalmente en la economía digital o en los fondos de inversión, moviendo colosales sumas de dinero con más habilidad que nadie y llevándose su parte del pastel. En ambos casos, la magnitud de estas nuevas fortunas, tanto en relación con el conjunto de la economía como con la riqueza de los individuos medios, es inconmensurable con lo que hemos visto en el pasado.

 

Un Musk que desafía al Congreso

 

Actualmente las agresivas incursiones de Musk en al menos media decena de organismos gubernamentales han desafiado la autoridad del Congreso y potencialmente han vulnerado las protecciones de la función pública. Los altos funcionarios del Departamento del Tesoro y de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID por su sigla en inglés) que se opusieron a las acciones de sus representantes fueron hechos a un lado rápidamente. Y los esfuerzos de Musk por cerrar la USAID, una fuente clave de ayuda exterior, han resonado en todo el mundo.

Musk, está arrasando el gobierno federal como una fuerza singular, creando una gran agitación mientras intenta poner un sello ideológico en la burocracia y librar al sistema de quienes él y el presidente ridiculizan como “el Estado profundo”. Los rápidos movimientos de Musk, quien tiene una multitud de intereses financieros ante el gobierno, han representado una extraordinaria demostración de poder por parte de un particular. La velocidad y la escala han conmocionado a los funcionarios, quienes han estado intercambiando frenéticamente información en chats encriptados, tratando de discernir lo que ocurre. Altos funcionarios de la Casa Blanca a veces también se han encontrado sin la más mínima idea de lo que ocurre, según dos funcionarios, que hablaron bajo condición de anonimato para describir discusiones delicadas. Un funcionario de Trump, quien no estaba autorizado a hablar públicamente, dijo que, en general, Musk era considerado como alguien que actúa con un nivel de autonomía que casi nadie puede controlar.

 

Musk, líder de SpaceX, Tesla y X, trabaja con una energía frenética, incansable, que le resulta familiar a los empleados de sus diversas empresas, flanqueado por un grupo de jóvenes ingenieros, procedentes en parte de Silicon Valley. Ha trasladado camas a la sede de la oficina federal de personal, a pocas cuadras de la Casa Blanca, según una persona familiarizada con la situación, para que él y su personal, quienes trabajan hasta altas horas de la noche, puedan dormir allí, repitiendo una táctica que ya desplegó en Twitter y Tesla. Esta vez, sin embargo, cuenta con la autoridad del presidente, a quien le han irritado algunos de los impulsos de Musk de actuar sin pensarlo dos veces, pero que lo ha elogiado públicamente. “Es un gran ahorrador de costos”, dijo Trump a los periodistas el domingo. “A veces no estaremos de acuerdo con él y no iremos donde él quiere ir. Pero creo que está haciendo un gran trabajo. Es un tipo inteligente”.

 

Aunque no hay precedentes de que un funcionario público tenga la escala de conflictos de intereses de Musk, que incluye participaciones nacionales y conexiones con el extranjero, como relaciones comerciales en China. Y no hay precedentes de que alguien que no es empleado a tiempo completo tenga tal capacidad para remodelar la fuerza de trabajo federal.Esto, que al mismo tiempo se lo critica que Musk está dando forma a decisiones tanto políticas como de personal que podrían beneficiar a sus empresas.

 

Ante tanta controversia al interior y exterior de la Casablanca, Trump aseguró que su polémico asesor Elon Musk, no puede tomar decisiones por su cuenta. El propio Trump lanzó una nota de cautela el lunes, al decir a los periodistas: “Elon no puede hacer ni hará nada sin nuestra aprobación. Y le daremos la aprobación cuando sea apropiado, cuando no lo sea, no lo haremos. Si hay un conflicto, añadió, no dejaremos que se acerque”.

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